Fotografía: wordpress.com
Uno de los colectivos que sintió más ilusión y entusiasmo ante la actitud de nuestro mágico presidente, fueron los jóvenes. Su voto fue muy importante en las victorias de '06 y '08.
Tal vez fuera el aire de gamberro simpático de Zapatero y su troupe. Tal vez se identificaban con ese mensaje de que había venido para cambiar el mundo. No tengo el dato. Sí puedo decir que en el día de hoy, no hay ningún joven en mi entorno que no tuerza el gesto ante una imagen o el sonido de la voz de Zapatero.
Ese cambio de actitud es uno de los beneficios que dejan en la sociedad estos años zapatiestos. La mayoría de los jóvenes, incluso los más idealistas (no niego que aún hay muchos que se niegan a aceptar que su ídolo fuera un fiasco completo), han comprendido que la Arcadia feliz, ese mundo que les ofrecía en el que todo estaba permitido, no había que hacer ningún esfuerzo, su vida sería fantástica, trabajarían poco, ganarían mucho, se divertirían mucho más, era una falacia.
Compruebo cada día que la crisis les ha metido en la cabeza una cierta cultura del esfuerzo, de la responsabilidad. Tampoco vamos a ser triunfalistas; pero ahora que lo ven todo tan negro, que es tan difícil encontrar trabajo, que muchos de los que abandonaron sus estudios para trabajar y se encontraron en el paro con un futuro más que negro al carecer de estudios básicos, han vuelto a las aulas, han entendido que nadie va a regalarles nada y que si no se buscan ellos la vida, no va a resolvérsela el presidente.
Ha sido una magnífica lección de psicología inversa. Han visto con sus ojos los efectos que ha tenido para todo el país y sobre todo, para ellos y su futuro la elección de un mentecato, el daño que causa una persona, sólo una persona, que se comporta de forma irresponsable, un prototipo de vagancia, indolencia, inconsistencia humana y moral. Se han dado cuenta de que la responsabilidad, la laboriosidad y el esfuerzo, no son solo una cuestión individual, que necesitamos el mayor número posible de españoles que cultiven estas cualidades y que nunca más debemos reírles las gracias, menos darles cargos de responsabilidad, a los mequetrefes.
La parte negativa la muestra un estudio de Fondapol (Fondatión pour l'innovatión politique) que muestra cómo se sienten nuestros jóvenes: deprimidos.
La encuesta que realizaron, abarca veinticinco países, trece de ellos europeos, tres más cercanos a la UE: Turquía, Israel y Marruecos, a los que se suman China, India y Japón, en Asia, EEUU, Brasil, Canadá y Méjico. Australia y Sudáfrica completan el grupo de países encuestados.
Otro dato a tener en cuenta es que la encuesta se hizo por correo electrónico, lo que entraña un cierto nivel cultural y económico entre los encuestados. El nicho objeto del estudio son los jóvenes de edades comprendidas entre los dieciséis (6) y los treinta (30) años.
Pues bien: Solo el 20% de los chicos españoles tiene confianza en el futuro de su país y ocupan el puesto 23 entre 25; la confianza respecto a su propio futuro, les sitúa en el puesto 22.
Esto entraña que el estímulo para abordar el esfuerzo de una preparación exigente, está en los niveles más bajos y supone un lastre a la hora de enfrentarse a los estudios que les capacitarán para obtener un futuro mejor.
El resultado no debe ser tomado ni en más ni en menos del valor que tiene. Muestra una instantánea de lo que sentían los jóvenes que respondieron la encuesta a mediados de 2010. Ya tenemos una experiencia muy aleccionadora de que si se pone a los mandos del país un equipo solvente y se nos proporciona la base necesaria levantamos el país en poco tiempo y cuando aparezcan signos de recuperación, este panorama depresivo cambiará en poco tiempo.
Aún así, hay una cosa cierta. Todos tenemos la responsabilidad de sacarles de ese pozo de desaliento y debemos ejercitarla al máximo en las próximas elecciones. Ahora no se trata de colores o ideologías; sino de construir nuestro futuro.
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