12/1/11

El humo ciega tus ojos


Mientras nos entretenemos con la prohibición de fumar, la amenaza de que nos multen con un pastizal por llamar feo o fea a alguien o el muermo de los chapelas, la realidad sigue su curso.

Se han colocado 2.000 millones de deuda por déficit de tarifa. Se pretenden colocar otros 6.000 millones de deuda en fechas próximas, que se suman a los anteriores; porque no hay un euro en las arcas y hay muchos gastos que afrontar. 

En enero del año pasado, el IPC era del 0,8 % y cerró diciembre con un 2,9 %. El IPC total quedará establecido en el 1,7% casi con seguridad.

Nos vence pronto una deuda que tenemos que abonar, suponemos que el Tesoro estará ahorrando como loco porque en el año 2011 tiene que devolver 145.000 millones de euros. 

No es grave que estemos endeudados. Lo grave es que nuestra productividad va de capa caída. La inflación sería un rayo de luz, si no fuera porque no supone lo que parece, sino que es fruto del incremento de los impuestos. Los empresarios no tienen margen de maniobra para absorber esas subidas y no tienen otra que repercutir la subida del impuesto, si no desde el primero momento, sí pasados unos meses. 

Eso significa que ese incremento, que debería ser un indicativo de que los productores de bienes de consumo obtienen más dinero por las ventas en el mercado, lo que se traduce en mayores beneficios y mayor capacidad para competir, generar puestos de trabajo y recuperar la economía, no es lo que parece, sino que se trata de una transferencia de recursos del ciudadano al Estado.

La consecuencia es que el Estado está devorando los recursos del país. No se crean nuevas empresas, no se genera riqueza no crece el PIB, pero la deuda se incrementa y los tipos que tienen que fijar para endosarla son muy altos. El Estado no puede bajar la presión fiscal porque necesita hacer frente a los gastos corrientes y, este año, a las deudas contraídas. 

Si no baja los impuestos, el recorte salarial y todas las medidas que tome, serán insuficientes para relanzar la economía interna; porque la desconfianza que el Gran Timonel inspira a los mercados nos condena a ofrecer intereses más altos y a continuar endeudándonos; porque no se genera la riqueza necesaria para afrontar el día a día.

Estamos inmersos en un círculo vicioso fatídico que compromete nuestra capacidad de recuperación de forma grave, en tanto no nos libremos del principal problema que nos aqueja: el Presidente de Gobierno que elegimos los españoles por mayoría.

Y mientras avanzamos hacia el abismo, discutimos sobre la necesidad de conciliar los derechos de los fumadores y los no fumadores, sobre lo que dicen unos monigotes siniestros en un vídeo doméstico o sobre la última astracanada de mi adorada Leire, presas indefensas de una habilidad indiscutible de nuestros dirigentes, tan eficiente y brillante, que nos lleva a lamentar que no se aplique en la resolución de los problemas reales. Si lo hicieran, no tengo la menor duda de que seríamos el motor de Europa.

2 comentarios:

José Manuel Guerrero C. dijo...

Que bien se explica y escribe usted, señora.

Carmen Quirós dijo...

Muchas gracias, Bate. Un placer su visita.